martes, 7 de mayo de 2019

viernes, 11 de abril de 2014

Expediente PLC (00 03H). Bit Prodigioso


Bajé de mi cuarte y pensé en dirigirme a la cocina a prepararme algo de comer para un desayuno rápido.
Apenas descendí el último escalón de la escalera, percibí algunos sonidos en la sala. Parecía que la televisión estaba prendida, sólo que no recordaba haberla dejado así la noche anterior.
Entré a la sala y vi...
Vi a Jenni que lucía hermosa ahora bañada por la luz del día.
Ella estaba sentada escribiendo en mi computadora mientras escuchaba las noticias por la televisión.
Cuando me vio se levantó inmediatamente y nos acercamos para abrazarnos.
Le pregunté:

- Estás bien, Jenni?
- Sí, estoy bien.
- Estaba preocupado por ti... cómo lograste escapar y llagar aquí?

Ella simplemente siguió abrazándome.

- Me alegra que estés bien... Iba a preparar el desayuno... Quieres acompañarme?... Imagino estarás trabajando en la computadora, y no querrás que te distraiga, cierto?

Pero ella se mantenía en silencio.

Luego dijo:

- Lamento lo de anoche... No debí involucrarte... Debo marcharme pronto...
- No te preocupes; para mí lo importante es que tú estés bien... Este traje negro que usas, nunca te lo quitas?
- Claro que sí; quieres que me lo quite?
- No me refiero a eso, sino que luces hermosa con él; pero, acaso no utilizas otra ropa, digamos para ir a divertirte, ir a comer a algún restaurante, para ir de paseo por el centro de la ciudad, cuando vas a la playa... sobre todo cuando vas a la playa... Allí, en vez de salvarte la vida, quizá este traje te mate de deshidratación por tanto calor...
- Ahora siento mucho calor... - estas palabras me las dijo suavemente mientras acercaba sus labios a los míos... Nunca había besado a Jenni antes, pero ahora, en esta nueva situación, había surgido un vínculo profundo entre los dos y...

Súbitamente mis cachorros empezaron a ladrar con fuerza...
Solté de mis brazos a Jenni y corrí a la ventana de la sala.
Antes de descorrer la cortina, escuché varios disparos...
Cuando logré asomarme por la ventana, vi mis cachorros tirados sobre el jardín de mi casa y sendas manchas rojas debajo de sus cuerpos que iban creciendo lentamente.
La puerta de la casa se abrió súbitamente y vi agentes del gobierno entrando por todos lados, destruyendo ventanas y disparando al aire.
Uno de esos agentes era James Bean.
Aunque Jenni di cuenta de varios de estos agentes, tuvo que dejar de luchar cuando fui sometido por dos energúmenos y la punta de una pistola fue puesta en mi cabeza.
El agente James le dijo a Jenni:

- Si no se entrega, señorita, su novio correrá la misma suerte que esos inmundos animales de cuatro patas...
- Me entregaré, pero no le hagan daño... - respondió Jenni.
- Descuida, Jenni; si quieres escapar, vete...

Jenni se entregó y fue esposada.

- Me alegra que quiera cooperar, "Viuda Negra" - le dijo el agente James a Jenni cuando sus secuaces la acercaron al agente. Jenni le escupió en la cara, lo cual hizo que el agente se molestara y le disparó en una pierna... Luego le dijo...
- Con esto me aseguro que no escaparás... Ahora, llévensela...
- Necesita llevarla con urgencia a un hospital, grandísimo idiota! - le grité al agente James, quien se dirigió a mí, y me dijo...
- Yo, en su lugar, me preocuparía por usted; pero no se preocupe demasiado...

Jenni desapareció por la puerta de la entrada a mi casa dejando tras de sí un copioso rastro de sangre...

- Lo que ha hecho ha sido un acto criminal - le dije al agente...

- Acto criminal dice?... Por qué no nos tomamos un café y lo discutimos? Actos criminales son los que realizan estos terroristas desalmados... - esto me lo decía mientras sus subordinados me ataban de pies y manos, y el tal James encendía su cigarrillo... Después añadió...
- Es hora de que pague por sus terribles crímenes... Y usted, mi querido amigo - esto lo dijo dirigiéndose a mí-, sería mejor que no se hubiera involucrado... Hermosa casa de verano; en armonía con la naturaleza... Quizá sea momento de reciclar, no le parece?

Sus secuaces rociaron la casa de gasolina por dentro. Y, después, soltando el humo que había aspirado del cigarrillo, expresó:

- Creo que es hora de dejar este vicio... - Y arrojó el cigarrillo a la gasolina, comenzando a incendiarse toda la casa...
- Cómo quiere su café? Muy caliente o quemándose? - Fueron sus últimas palabras y salió de la casa mientras a mí me encerraban en el baño ...

La casa quedó en silencio, y sólo se escuchaba el crepitar del fuego que consumía rápidamente todos las cosas.
Me esforcé por soltarme de mis ataduras durante varios minutos.
El humo se empezó a filtrar por el baño dificultándome la respiración.
Luego empecé a sentir un calor asfixiante...
Aunque quise llamar a Leo, no logré concentrarme en los números, y fue sólo una distracción.
Finalmente, parte del techo del baño se desplomó envuelto en llamas y yo empecé a perder la conciencia, pensando en el fin...
Y de pronto...

Desperté!
Desperté con gran sobresalto, bañado en sudor.
Quizá tenía fiebre.
El baño en el helado frío de la noche anterior me pudo haber afectado.
Pero sentí alivio de que todo había sido una aterradora pesadilla.

Apenas amanecía y ya no pude dormir; me quedé un buen rato recostado en mi cama pensando en mil cosas, agitándose mi mente en un mar de emociones.
avegando entre mil cavilaciones, de improviso me vino a la mente que mi amiga me había dirigido unas pocas palabras cuando caíamos al vacío. Trataba de recordar la frase y me pareció que era más o menos así: "Regresa al Café de Jenni!"...
Sabiendo que ella siempre hablaba de manera enigmática, pensé que algo había dejado en aquel lugar en el que estuvimos apenas anoche.
Qué sería? Algún mensaje? Algún equipo especial? Qué estaría escondido en "El Café de Jenni"?
Como la mañana ya había avanzado bastante, me vestí rápidamente.
Sentía algo de malestar debido quizá a la fiebre o a la caída o a todo eso junto ocurrido durante la jornada previa.

Bajé las escaleras, y todo en casa era un completo silencio.
La sala, el estudio, el comedor, la cocina, todo estaba vacío. No había rastros de que Jenni hubiese regresado a casa, tal como lo había soñado.
Estaba a punto de atravesar la puerta de la casa para ir al jardín y de allí a la cochera, cuando me entró una duda...
Regresé a la sala, tomé el teléfono que allí había, y marqué a mi número de celular; sí, a aquel celular que Jenni había destruido por completo, y... percibí el tono de llamada en mi mente! Y colgué cuando un agudo dolor se apoderó de mi mente al contestar con las acostumbradas palabras "Bueno?"; el efecto de resonancia entre los dos dispositivos era torturante! Colgué de inmediato. Jamás volvería a hacer esto!
Y así que pude constatar que mi número de celular correspondía al número grabado en el bio-chip que Jenni había insertado en mi brazo.
Me despedí de mis cachorros, de los cuales me daba mucha alegría verlos con vida, y me dirigí en mi SUV nuevamente a "El Café de Jenni"; quizá allí tomaría un refrigerio.
El aroma a mojado dominaba el ambiente, y una ligera capa de niebla cubría algunos tramos del bosque.
Había un espléndido Sol, cuyos rayos me taladraban la mente ocasionando una jaqueca mayor con la que había despertado. Necesariamente hice uso de mis lentes de sol.
Mi mente seguía dominada por la curiosidad y por descifrar aquellas palabras de Jenni, mientras conducía por la carretera.

Cuando me acercaba al establecimiento, "El Café de Jenni", disminuí la velocidad. Me orillé un poco en el camino para no obstruir el paso de los vehículos, los cuales podían circular libremente por mi costado izquierdo, y me detuve, aunque no me bajé de mi vehículo.
A la distancia pude ver cintas amarillas y rojas que circundaban por completo aquel negocio.
Había sido clausurado.
Pude ver también a Susana, la amiga de Jenni y dueña del lugar, sumamente alterada y discutiendo acaloradamente con policías y agentes de investigación; específicamente con... James Bean...
Bajé el vidrio del lado derecho y alcancé a escuchar una parte del diálogo...

- No puedes hacerme esto; mi negocio es mi fuente de ingreso, y no tengo yo nada qué ver con lo que dices; yo no estaba anoche aquí; desconozco qué pudo haber sucedido. Maldición! No me hagas esto... - le decía Susana al agente.
- Lo siento; pero hasta que no investiguemos a fondo, quedará cerrado este lugar... Habla con tus abogados... Yo sólo hago mi trabajo. Y ahora me tengo que ir para continuar con más investigaciones... - expresó James mientras abordaba su auto y se alejaba rápidamente del lugar...

Estaba tan atento a esto, que no me di cuenta de que a mi costado izquierdo un vehículo se detenía y se abrió una puerta.
Ante tal confusión que reinaba en el lugar, consideré que no era conveniente esta en el lugar para investigar nada referente a las palabras de Jenni; así que resolví regresar por la noche, cuando el área estuviera despejada.
Como mi SUV seguía encendida, quité mi pie del freno, y pisé suavemente el acelerador, y de improviso escuché un grito:

- Cuidado! - gritó Susana.
- Yo volté rápidamente al frente de mi automóvil y vi la cabellera rubia de un pequeñito que cruzaba precisamente en ese momento, e inmediatamente quité el pie del acelerador y frené súbitamente. Aquella creatura cayó al suelo, aunque me pareció que no la había alcanzado a golpear...

Apagué mi SUV y sumamente alterado abrí la puerta y bajé diriéndome hacia donde estaría la pequeña creatura...
Enseguida escuché un grito de una niña:

- Mamita!

Susana corrió también hacia la niña; llegó hasta ella y la tomó en sus brazos.

- Estás bien, pequeña? - pregunté.

- Sí está bien; sólo está asustada... y yo también; debería tener más cuidado al conducir... - me dijo Susana, quien no me había reconocido todavía.
- Lo siento; no me percaté de cuándo cruzó la calle.

Susana me ignoraba mientras consolaba a la pequeña, y empezó a sollozar.

- Susana... - le dije. Ella, mientras volteaba a verme, me dijo:
- Cómo sabe mi nombre?
- Soy Franco; no te acuerdas de mí? Aquí llegué a venir hace muchos años... Lo recuerdas?

Ella se alegró de verme, y me dijo:

- Me da mucha alegría verte... o quizá no tanta... - esto lo dijo mientras se incorporaba y dirigía su mirada a la pequeñita -
- Sí, lo siento, Susana.
- No te preocupes; Dana está bien... Ha pasado mucho tiempo, y no me es muy agradable que me encuentres así, en estas condiciones... Qué haces por aquí?

Me quedé pensando un momento, y le contesté:

- Vine a tomar un café y a saludarte, claro; pero veo que han cerrado tu establecimiento; lo siento...
- Ya no digas tanto "lo siento"; quien está realmente sentida soy yo, ahora que me he quedado sin mi negocio...
- Pero, qué ha pasado? Por qué lo clausuraron?
- La policía dice ayer vieron aquí a dos criminales muy peligrosos, y tienen la idea de que yo tengo vínculos con ellos... Uno de ellos es Jenni, nuestra amiga... La has visto?
- Jenni? - me quedé pensando por un momento, cuando recordé que mi amiga me había dicho que no dijera nada a nadie... Tendría que incluir a su amiga Susana?
- No, no la he visto... - lo dije con voz vacilante, y añadí:
Qué sabes de ella?
- Realmente no sé nada; hace muchos años que salió del país y nunca más supe de ella. Pero ustedes eran grandes amigos; no has tenido contacto con ella? - me preguntó Susana.
- No; tampoco he tenido noticia de ella desde hace años, desde que estudiábamos la carrera.
- Y a qué te dedicas?
- Soy, o más bien, era un asesor empresarial a nivel nacional en el área de la automatización; pero con esta transición de gobierno que hubo en el país, quedé fuera de las filas...
- Estamos igual, Franco. Como puedes ver, ahora el gobierno me ha cerrado el negocio. Todo ha empeorado con este régimen político. Ahora tendré que pensar en retomar mi carrera de conferencista motivacional, aunque es un perfil que tampoco agrada mucho a este gobierno manipulador de conciencias. Hemos perdido mucho terreno en libertad de expresión. El gobierno quiere dominar todo y a todos, oscureciendo las conciencias de la gente.
- Ya lo creo - comenté.
- Pero lo intentaré; sin embargo, ese trabajo me absorberá mucho tiempo y descuidaré a mi pequeña Dana...
- Entonces, estás casada, Susana?
- No; ya no; me divorcié; me costó mucho trabajo quedarme con la custodia de mi hija, y, aquí en el café podía trabajar y cuidarla al mismo tiempo. Ahora las cosas se me complican demasiado. Pero me alegra estar en estos momentos con mi pequeña, quien la he mandado traer de la escuela; necesito pensar en ella y en su futuro...
- Y Dana..., así se llama tu pequeña, cierto?
- Si, Dana...
- Dana está estudiando en alguna primaria de la ciudad?
- La primaria? No; por supuesto que no! Ella estudia en la Universidad - me dijo Susana con una gran sonrisa de satisfacción -. Dana es muy inteligente.
- Wow! Es increíble! Pero qué edad tiene?
- Pregúntale a Dana..., aunque ella es muy retraída y no habla con extraños...
- Hola, Dana, disculpa lo de hace unos momentos; no vi, de verdad...
- Mi mami dijo que dejaras de decir tantos "Lo siento"...
- Tienes razón; ya no me disculparé. Pero dime, qué edad tienes?
- A una mujer nunca se le pregunta se edad; no te lo habían dicho? - respondió.
- Vaya que sí has crecido y madurado bastante para tu edad de ...
- En número entero o en expresión algebraica? - me contestó la pequeña Dana, y yo me quedé un poco asombrado...
- Pues... qué tal en expresión algebraica? - le pregunté. Y ella me respondió de manera enigmática:
- Si el triple del número de años que tuve hace cinco años le restamos el número de años que tuve hace cuatro años, te dará el número de años que tengo...
- Oye! Vas muy rápido! Otra vez, por favor!
- No es tan difícil!
- Claro que no; me gustan las matemáticas; sólo que lo dijiste un poco rápido. A ver... si el triple del número de años.. qué qué? - volvía a preguntar
- Si el triple del número de años que tuve hace cinco años le restamos el número de años que tuve hace cuatro años, te dará el número de años que tengo...
- Bien... Déjame ayudarme de fiel compañera, esta pluma que traigo en el bolsillo, y de esta pequeña servilleta de papel...

Luego de algunos cálculos, le di la respuesta:

- Tienes once años, mi pequeña genio! Cierto?

Todos sonreímos, y luego le pregunté:

- Así que todos los juguetes que tienes en "El café de Jenni" son tuyos, verdad?
- Cómo sabes que tiene juguetes en mi negocio? - de inmediato me preguntó Susana...

Demonios! Creo que había cometido un pequeño error al quererme ver tan astuto...

- Pues, como dijiste que allí en el negocio cuidabas a tu niña, supuse que allí tendría sus juguetes; de lo contrario, se aburriría, no lo crees?

Susana me miró con incredulidad, quizá porque cambiaba de color el tono de la piel de mi rostro, y luego añadió...

- Ella juega poco con sus juguetes; ella se divierte más con computadoras, haciendo programas, osciloscopios, circuitos electrónicos, y todo un arsenal de dispositivos extraños... Pero ahora todo eso está bajo custodia de la policía en mi negocio; ahora no sé cómo se podrá divertir mi pequeña y a continuar con las prácticas que le piden en la universidad...

Y Susana empezó a sollozar nuevamente.
Luego de algunos momentos de silencio, le dije...

- Pues mira, Susana, yo en mi casa tengo todo eso con lo que se divierte tu pequeña; tengo mi pequeño laboratorio... Quizá puedas hacer uso de él, si así lo deciden...

La pequeña Dana se entusiasmó y gritaba a su mamá que dijera que sí.

Pero Susana me dijo:

- Eres muy amable, pero no; no lo creo, que dirá tu esposa al ver a dos extrañas entrar a tu casa...
- Vivo solo; yo también estoy divorciado desde hace años...
- Lo siento - me dijo Susana...
- Mi casa no está lejos de aquí; quieren que les invite un café? Bueno, para ti, Dana, un buen vaso de chocolate, de acuerdo?

Creo que mis palabras surtieron efecto y Susana me dijo:

- Está bien; pero sólo por un rato; tengo tantas cosas qué hacer; buscar un abogado, hablar con mis proveedores, organizarme para mis conferencias...
- Pues en casa puedes hacer las llamadas que quieras; y allí podrás ir aclarando lo que a continuación necesitas hacer en tu vida; vale?
- De acuerdo...
- Sí! - gritó la pequeña Dana.

Subimos a mi SUV, y nos dirigimos a mi casa...

Y yo me quedé pensando en si esto era lo que quería decir Jenni con sus palabras (que ya había olvidado nuevamente; cuáles eran? "Regresa a 'El Café de Jenni'?" Creo que sí eran estas... O no?)

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[Continuará...]
    

miércoles, 26 de marzo de 2014

Expediente PLC (00 02H). Procesamiento de Información


Desperté todavía en medio de la oscuridad de la noche.
Sentía mucho frío.
De hecho, fue por el terrible frío que sentía por todo el cuerpo por lo que había despertado.
Me di cuenta de que estaba todo mojado.
Había dejado de llover, y por entre las nubes se escabullían algunos rayos de luz provenientes de una hermosa Luna en cuarto menguante.
Aturdido, trataba de recordar lo que había pasado, y si todo había sido sólo un sueño.
Alcé la mirada y vi cómo árboles y arbustos me rodeaban por todos lados.
Acostado sobre la hierba, poco a poco empecé a recobrar fuerza.
Cuando quise incorporarme, percibí dolores en cada parte de mi cuerpo.
Y recordé que hacía unos momentos, o quizá horas, no lo sabía, que había caído de un puente.
Tenía que estar contento porque seguía vivo, no?
Pero mi cuerpo había sufrido de lleno el impacto con el agua.
Eso debió hacer que perdiera la conciencia.
Y si había perdido la conciencia, cómo es que había salido del río?
Y dónde estaba Jenni?
Jenni!
Me incorporé entonces rápidamente, y, al notar que ella no estaba por ningún lado, me puse a gritar su nombre... mas no obtuve respuesta.
Sólo percibía el rumor del río, el cantar de los grillos y de otros insectos, el croar de las ranas, y el viento acariciendo las ramas de los árboles.
Al incorporarme, pude darme cuenta de que no traía la chamarra que Jenni me había prestado, ni tampoco zapatos, y que me encontraba a unos pocos metros de la orilla del río, de un caudaloso río que había aumentado su flujo gracias a todo el agua vertida por la lluvia.
Comencé a reconocer el lugar con el fin de orientarme.
Pude percibir algunas luces intermitentes a lo lejos.
Eran automóviles que circulaban por la carretera.
Después pude descubrir entre las penumbras de la noche una pequeña cabaña abandonada.
El rostro de las cosas cambia radicalmente por la noche.
Gracias a estos detalles, pude concluir que estaba cerca del camino que conducía a mi casa.
Así que di lentamente algunos pasos hacia ese sendero.
Era extraño. Yo había despertado a varios kilómetros de distancia de donde estaba el puente del cual nos caímos Jenni y yo.
Y lo más extraño era que el lugar donde desperté estaba a contracorriente del río.
Cómo pude llegar hasta allí, salir del agua, si yo estuve inconsciente todo el tiempo?
Seguramente Jenni me llevó a ese lugar.
Una idea me iluminó la mente.
Quizá ella estuviera a salvo y estaría ya en casa, en mi casa.
Así que con gusto aceleré el paso, a pesar de lo adolorido que sentía todo mi cuerpo; pero el caminar rápido me haría entrar en calor...
Durante mi trayecto fui recordando los sucesos recientes.
Trataba de pensar y de comprender cada detalle.
Deseaba que todo aquello hubiese sido sólo un sueño, una pesadilla.
Sólo quería llegar a casa, quitarme esta ropa mojada, encender la chimenea, meterme a mi cama y dormir. Me sentía tan cansado y molido.
En algunas ocasiones, gritaba el nombre de Jenni, pero nunca obtuve respuesta.
Por el camino, me deshice del exceso de líquidos de mi cuerpo; todo debido al frío que sentía.
Después de muchos resbalones por el camino lodoso, llegué a casa.

Mis cachorros comenzaron a ladrar cuando todavía estaba yo a varios metros de la casa.
Sentí mucho gusto escucharlos.
Una vez frente al portón de acceso, metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón para sacar la llave electrónica para abrir la puerta.
La saqué, pero...
No funcionaba!
Estaba completamente mojada.
Miré mi brazo izquierdo bajo la luz de la entrada de mi casa, y vi que allí estaba la pequeña cortada que me había hecho mi amiga para instalarme el chip de comunicación.
Así que intenté ponerme en contacto con Jenni; tal vez ella estaría en casa y me podría abrir...
Hice varias marcaciones, y, aunque percibía el tono de marcado, ella no me contestó.
Decidido a entrar a casa, pasé al plan B.
Al otro lado de la casa, había dejado un duplicado del control de acceso a mi casa, bien escondido entre la maleza, resguardado en una pequeña caja de acero inoxidable.
Cuando me fui aproximando al lugar, percibí que algo se movía entre las sombras.
Casualmente, Jenni no me había dejado ningún arma.

- Quíen es? Quién anda allí? - grité un poco nervioso.

Por supuesto, no obtuve respuesta.
Lenta y sigilosamente, me aproximé al lugar.
Y otra vez escuché el crujir de ramas, por lo que quedé inmóvil por unos momentos?

- Eres tú Jenni?... Soy yo, Franco... Sal, por favor...

Otra vez sólo silencio.
Seguí avanzando. Llegué hasta la caja metálica.
Como no había sucedido nada, con mucha confianza estiré el brazo para abrir la puerta de la caja, pero...
Un zorrillo saltó y pasó apresuradamente a un lado de mí, yo perdí el equilibrio, y pronto el lugar se inundó de un olor peculiar...
Aunque no quise darle importancia al incidente, el aroma me causó náuseas y...
Abrí la caja, saqué el control de la puerta, y me fui todo mareado a la entrada de la casa.
Ese amiguito travieso se perdió entre el follaje y las penumbras de la noche.

Finalmente, entré a mi casa, saludé y abracé a mis cachorros con mucha alegría, aunque ellos me hacía un poco el fuchi, tal vez porque su sensible olfato percibía mi agradable olor a... un animalito color negro con blanco.
Cuando estuve a punto de abrir la puerta que me conducía a la sala, escuché ruidos de motor acercándose a la casa, y mis cachorros se apresuraron a llegar al frente y ponerse a ladrar.
Escuché que los autos se acomodaban frente a mi casa; luego escuché el cerrarse las puertas de los vehículos, enseguida unos pasos graves crujiendo sobre la tierra, alguien tocó violentamente el portón de mi casa, y el clásico:

- Abran la puerta! Es la policía!

Parecía que mi noche no había terminado todavía...
"Rayos! Ahora qué va a pasar?", me pregunté.
Me dirigí a la puerta lateral de la entrada, noté unas pinzas tiradas en el piso, las levanté, y abrí.

- Buenas noches! En qué puedo servirle, oficial? - pregunté a un tipo malencarado vestido con una gabardina negra acompañado de otros dos energúmenos también vestidos del forma similar para la ocasión.
Mostrándome una bonita placa de color amarillo metálico, me dijo:
- James Bean. Agencia de Inteligencia. Estamos en la búsqueda de dos peligrosos fugitivos que se adentraron el bosque hace unas horas. Qué nos puede decir al respecto. Los ha visto? Ha escuchado algo extraño en su casa o en los alrededores?
- Ah, ustedes son del FBI! - les pregunté algo emocionado. Por fin conocí a James Bean en persona.
- No somos del FBI - me contestó de manera seca y tajante.
- Entonces, de la Interpol
- Tampoco de la Interpol! - ahora había subido su nivel de voz, y percibí que se estaba enfadando un poco.
- Entonces son...
- Ya le dije que somos de la Agencia de Inteligencia del Gobierno, sus siglas son AIG!
- No había escuchado de tal organización... Por qué ustedes no son tan populares?
- No somos una organización; somos una agencia. Y aquí quien hace las preguntas soy yo!
- Está bien; no se moleste; yo sólo quiero cooperar, en lo que pueda...
- Buscamos a una pareja muy peligrosa de delincuentes. Estas son sus fotografías. Son los terroristas más buscados en el mundo.
Me mostró las fotografía, y pude ver que la foto de la chica correspondía al de mi amiga Jenni; al otro personaje, por suerte no era yo, nunca lo había visto en mi vida. Tuve que contener mis impresión, pero creo que ellos la notaron.
- Qué le sucede? Por qué se sobresalta? - me preguntó el agente.
- Disculpe señor James, sentí un escalofrío; creo que me he resfriado - respondí.
- Por qué está usted tan mojado, señor...?
"Qué le respondo? Qué le respondo?", pensé mil veces en mi cabeza...
- Franco... Me llamo Franco... Estaba yo en la sala de mi casa cuando... Cuando de pronto me quedé sin energía eléctrica. Sí, hace rato sucedió eso. Así que me puse a revisar por toda la casa... Y encontré un desperfecto en el cableado; pero ya lo arreglé justamente cuando ustedes iban llegando; mire, aquí traigo las pinzas en las manos; la lluvia ha sido inclemente conmigo...
- Ya veo. Qué me dice de estos sujetos?
- Siento mucho no poderles ayudar; pero sabe, yo pensé que el delincuente más buscado era un personaje dedicado al tráfico de estupefacientes, llamado...
- Todo mundo sabe de esos personajes; pero a nadie le interesa atraparlos realmente; usted también cree en las noticias de la televisión; nosotros somos agentes serios y profesionales; nosotros trabajamos en misiones ultrasecretas; y créame que estos terroristas que le acabo de mostrar, no son conocidos por ningún reportero. Nosotros no jugamos a los policías y ladrones como las otras instituciones gubernamentales, quienes ni siquiera saben de nuestra existencia. Y le aseguro que no querrá toparse con estos terroristas.
- De acuerdo, señor James. Y me da gusto que hagan así su labor. Lamentablemente no tengo he comprado café para invitarles a pasar y conocernos mejor; así que, con su permiso, me retiro a descansar, y les deseo...
- Creo que usted no nos ha entendido; nuestra prioridad es encontrar a estos terroristas, a como dé lugar; vamos a registar su casa...
Esto último lo dijo acompañado de un ademán que hizo con la mano a sus compinches indicándoles que avanzaran y entraran en mi casa. Por lo que yo repliqué:
- Espere, espere, espere! Usted necesita una orden de cateo para ingresar o una invitación que yo le haya mandado por correo; como no tiene ninguna de las dos, sería un delito que ingresara así a mi casa...
El agente James sonrío por un breve momento, y dijo:
- Por favor, señor Franco, no interfiera o lo arrestaremos...
Al acercarse a la puerta de mi casa sus secuaces, o mis cachorros empezaron a ladrar con más fuerza, y uno de ellos lo tuve que sujetar del collar para que no atacara a estos no-invitados...
Uno de los hombres sacó su pistola y apuntó hacia mi perro...
La tensión había subido al máximo...
De pronto sonó un teléfono.
Era el móvil del agente James.
- Esperen! - gritó a sus subalternos, y atendió a la llamada. Y dijo:
- Calle a sus malditos perros!
Se alejó unos pasos, y alcancé a escuchar su diálago...
- Los encontraron?... No?... Sólo una chamarra?... Entonces estoy por el rumbo equivocado... Voy para allá...
Colgó.
Miró a sus camaradas, y les dijo:
- El equipo de búsqueda acuática encontró la motocicleta en el fondo del río, y una chamarra negra en la orilla del río, corriente abajo; al parecer tomaron el rumbo contrario al que estábamos pensando. Regresemos.
Luego se dirigió a mí y me dijo:
- Siento mucho los incovenientes, señor Franco.
- No se preocupe; no he tenido una buena noche.
- Sólo le quiero advertir una cosa: Cuídese de estos terroristas; tiene la capacidad de manipular su mente y hacerle pensar que lo que ellos le piden es lo correcto. Recuerde: Ellos son súmamente peligrosos. Si sabe algo de ellos, háganoslo saber de inmediato.
- Descuide; no soy fácilmente manipulable; recibí una formación bastante sólida de pensamiento científico; soy bastante escéptico y un lógico implacable... Y yo le informaré si llego a saber algo de ellos; por cierto, cómo se llaman?
- Jennifer di Lesso y Vladimir Alexandrov. Espero que no olvide sus rostros y sus nombres; son una pareja sumamente peligrosa...
Esto último me lo dijo cuando iba subiendo a su auto, pero de pronto salió corriendo debajo del auto un animalito con pelaje negro y rayas blancas, y... escuché decir al agente:
- Maldición! Animal del demonio!
Sacó su pistola, pero el zorrillo ya había desaparecido otra vez en la maleza y en la oscuridad, no sin antes dejarle al agente un agradable recuerdo.
- Vámonos de aquí! - gritó con gran enfado.
Momentos después vi alejarse los vehículos de lujo en los que habían llegado estos fieles trabajadores del gobierno.
Y yo cerré la puerta de la entrada.
Ya dentro de casa, me dirigí a mi habitación, a darme una buena ducha para quitarme el insoportable aroma que me había dejado este querido mamífero...
Cuando encendí la luz de mi habitación pude ver que sobre mi cama había un estuche de color negro con un símbolo extraño...
Jenni!
Se vino a mi mente. Y me puse a gritar su nombre por toda la casa; pero no obtuve respuesta ni la encontré por ningún lado.
Me quité toda la ropa y la arrojé por la ventana, impregnada de un fuerte y desagradable olor.
En la ducha, al tallarme la espalda, sentí un gran dolor en las costillas. Al verme al espejo del baño, pude advertir dos grandes hematomas, como los producidos por impactos de bala cuando se usa chaleco antibalas... Y entonces caí en la cuenta de que la chamarra que me había prestado Jenni era a prueba de balas. Me salvó la vida...
Después de una larga ducha, me apliqué todos los perfumes que tenía a la mano de todas las marcas conocidas para mitigar o disfrazar el olor residual que quedaba en mi cuerpo. De algo serviría, supongo.
Finalmente, me tomé unas pastillas para el dolor, y me acosté en mi cama pensando en Jenni, en dónde estaría, si ella se encontraría con vida, y, además, en el contenido de aquella misteriosa maleta que había puesto sobre mi cama, justo al lado mío.
No quería abrirla; por el día de hoy, ya habían tenido suficientes emociones...

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[Continuará...]